sábado, 27 de diciembre de 2008

LA PRIMERA NOVELA DEL ALGO QUE SE TERMINA

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Presentación de Bagual (Lima: Zignos, 2008)
de Felipe Becerra Calderón
Por Héctor Hernández Montecinos
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Recuerdo el momento exacto que leí por primera vez esta novela, la fecha la olvidé, entonces debiera decir que no es el momento exacto sino que la sensación absolutamente desoladora que me provocó su lectura. Y esto fue lo que escribí aquella vez:
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“Si se inventara un género literario paralelo al de la ciencia ficción sería justamente el que inaugura Bagual de Felipe Becerra Calderón, puesto que aquí no se busca resolver una incógnita, una equis, como lo haría el método científico, sino que justamente la propone a modo de territorio escindido y cuerpo espectral. Ni Comala, ni el suelo marciano de Bradbury me habían parecido tan escalofriantes como ahora, luego de leer esta novela, pues ya sabíamos que en el norte de Chile, quizá en todos los nortes del mundo, cosas extrañas suceden, desapariciones y apariciones, guerras imaginarias, tráfico de lo impensable, pero todo eso no había tomado un cuerpo literario tan extremadamente bien descrito, con una prosa finísima, certera y la creación de un imaginario, un mundo completo de cabezas con la soltura y delicadeza como la de esta novela. Todos nuestros miedos aquí están retratados como hace mucho tiempo un escritor de poco más de veinte años no nos había sorprendido. ¿Será esta la primera novela de una novísima generación de narradores chilenos? Lo más probable es que sí, y no son los Bolañitos, como algunos críticos de mala fe querrán ver o como muchos de los sobrevalorados narradores actuales que se cuelgan del anecdotario bolañesco, sino que justamente estas nuevas escrituras releen de Chile a Emar, Droguett y lo más poético de Donoso y Eltit, y de afuera a Osvaldo Lamborghini, Oswaldo Reynoso, Reinaldo Arenas, entre muchos otros, pero con un paisaje escritural delirante y maravilloso que nuevamente la narrativa de hoy podría volver al ejercicio y oficio de su escritura como lenguaje de sí y no al aprovechamiento con que las ráfagas del mercado y las transnacionales editoriales han querido aprovechar con la celebración de novelitas de poco voltaje, simplonas, rastreras, típicas, cobardes y sobretodo humilladas literaria y éticamente por las escrituras de la disidencia neoliberal como esta”
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La leí en un día, y escribí las líneas anteriores. No pude soltarla, ella no me pudo soltar a mí, ninguno de sus personajes me dejó continuar lo que tenía que seguir haciendo. Soñé con la novela, y quizá confunda mi sueño con la propia novela. Se me ocurre que eso sólo lo pueda lograr una obra de la envergadura de Bagual de Felipe Becerra, escrita alrededor de sus veinte años. Este autor más que merecidamente premiado construye un libro que no me da miedo situar como lo primero de algo que aún no sé muy bien lo que es.
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Decir que cada obra deslumbrante es un nuevo género es acá un lugar común, pero definitivamente lo es. No tengo en la memoria haber leído una novela así escrita por alguien tan joven. Sólo me queda seguir confirmando que esta nueva generación de poetas y algunos narradores post2000 traen un nuevo aire y una nueva distancia con respecto al mismo quehacer literario.
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La miseria de la narrativa chilena postdictadura queda aquí ejemplificada hasta un nivel en que se confunde la vergüenza ajena y el furor de estar frente a un texto que no sólo logra una escritura impecable, sino que además pone en tensión la tan de moda ciencia ficción chilensis, en la cual muchos han visto un nuevo nicho del mercado editorial.
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Con esto no quiero encasillar a Bagual, ni siquiera me atrevería a exponerla como novela, sino que como el género en sí mismo que es la ficción. Así, sin más. Ficción que tanto Felipe como yo sabemos es un intermezzo para que la escritura cobre vida y nos narre el grado cero de su desaparición.
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Dividida en 20 apartados, Bagual comienza con un arácnido coro de voces abortadas desde el infierno mismo que es haber perdido la esperanza, y es desde allí que empieza a construirse a Roció, imagen fantasmal de una inquieta mujer que cruzará su vida con Carlos Molina, el joven teniente de Carabineros trasladado a Huara en el norte chileno. Allí una serie de hechos comenzarán a inquietar a los personajes como a quien lee, pues en ese desierto, límite entre la civilización y la nada, el delirio interior se convertirá en un nuevo paisaje que esta vez será un límite entre la barbarie y el devenir animal de quienes allí viven.
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Uno de los ejes de la narración es el hecho de que Rocío aprende a manejar y se desplaza en ese limbo, en ese bestiario sicológico de cada uno de los personajes que poco a poco van apareciendo. Luego, una película que ven es el detonante para que ese viaje se torne hacia dentro de sí. “El Planeta Rojo” era el nombre del filme, y es en esta proyección en que los mundos se trastocan y ya no se sabe que es el allá y el acá.
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No adelantaré más de la historia porque a algunas personas les gusta irse asombrando con los sucesos, pues creen que existe la progresión. Yo insisto, en especial, con este tipo de obras que el final y el principio son meras casualidades, y que todo lo que en literatura se dice existió, existe o existirá.
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No quiero dejar de decir otra vez la profunda conmoción que me produjo este libro, más bien una especie de desconcierto ante una ficción brillantemente construida desde sus territorios, sus diálogos, sus desvíos y desvaríos. Felipe Becerra se pone a la cabeza de algo, no sé de qué, pero eso lo responderán mañana nuestros antepasados lectores.
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Ciudad de México, noviembre de 2008.

lunes, 15 de diciembre de 2008

Presentación de BAGUAL de FBC

Ignacio Muñoz Cristi, poeta y videasta chileno, conduce un programa de Tv Internet: "La Belleza de No Pensar" del Movimiento Lúdico Films. Una Meta-Antología y etnografía audiovisual que hace rato dejó de ser solo del circuito poético de Chile. Su ojo es el culpable del registro de casi todas las lecturas de poetas novíssimos y consagrados en su portal, como en youtube, ahora su frecuencia presenta a Felipe Becerra Calderón, nuestro autor de Bagual, en plena lectura. Disfrutémoslo. Gracias MC.
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lunes, 1 de diciembre de 2008

VIERNES 5: PRESENTACIÓN DE BAGUAL, PRIMERA NOVELA DE FELIPE BECERRA CALDERÓN

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El día VIERNES 5 de diciembre a las 19:30 hrs. en el Bar Thelonious ubicado en Bombero Núñez #336 (Bellavista – Santiago de Chile) se llevará a cabo la presentación de novela Bagual de Felipe Becerra Calderón. Los comentarios estarán a cargo de: Patricia Espinosa, Rodrigo Morales y Héctor Hernández (desde México DF).
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El libro estará a $5000, precio de lanzamiento
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(Favor asistir desnudo o borrar esta invitación.)
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Felipe Becerra Calderón: (Viña del mar, Chile, 1985) estudia licenciatura en letras en la Pontificia Universidad Católica de Chile. Ha participado en el taller de novela de Jaime Collyer, en el taller de poesía de Héctor Hernández Montecinos y el taller de cuento de Alejandra Costamagna. Ha obtenido el Primer Premio en el Concurso de Creación Literaria Joven “Roberto Bolaño” en las categorías de Cuento y de Novela 2006 y la Beca de Creación Literaria del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes en la Categoría Novela 2008. Ha participado en variados encuentros de poesía joven como Violento Sur, Bonsái, Perros Héroes, Riesgo País, Autores de Noche y Sur Itinerante. Forma parte del Colectivo apuntes/ amputes.

miércoles, 19 de noviembre de 2008

En la ruta del LEÓN DEL SUR

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La semana pasada terminamos de editar DESPERTANDO AL LEÓN DEL SUR de CALO (Carlos Martín Campos Aboado), una novela para atletas, para tentar una carrera a quienes disfrutan corriendo. Calo es ingeniero, sin embargo, gracias a este deporte sacó al escritor que vivía consigo y ahora nos presenta este testimonio que hará meditar a quienes lo lean, a quienes encuentren en sus páginas la ruta que en su interior todavía permanece como una travesía inédita. Y como editar un libro no termina con recogerlos del taller, esta semana empezamos con el segundo paso: la distribución, lo chévere estuvo en que no salimos solos, sinó acompañados por Úrsula, la esposa de Calo y Roxana, su cuñada, personajes principales de su novela, entonces si editar un libro, sin conocer físicamente al escritor (Calo reside en París), por las buenas energías en la conversación vía correo, te hace sentir bien; distribuirlo acompañado por sus personajes es una sensación indescriptible. Los que quieran correr estos kilómetros, DESPERTANDO AL LEÓN DEL SUR, ya está en las siguientes librerías: Commentarios, del centro de Lima, jr. Ica, La Casa Verde y El Virrey, de Dasso, Crisol, Época y Fondo de Cultura Económica del óvalo Gutiérrez, en todas las Zeta Bookstore de Lima, Ksa Tomada, Av. Conquistadores (San Isidro), e Íbero de Diagonal (Berlín), Miraflores. A las pruebas me remito.
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Úrsula Bello, esposa de Calo, con Flor Béjar Bustamante, Directora de Zignos. En El Virrey de Miguel Dasso.
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Úrsula y Florcita en Crisol, del óvalo Gutiérrez.

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Úrsula y Roxana (escribe poesía) en Ksa Tomada.

Fotos: Harold Ava

lunes, 17 de noviembre de 2008

La gira de TECNOPACHA (Editorial Zignos, 2008) del poeta Andesground OSCAR SAAVEDRA VILLARROEL (Santiago de Chile, 1976)

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TECNOPACHA, el primer poemario del poeta Oscar Saavedra Villarroel, forma parte de su proyecto dOPING hISTÓRICO, compuesto por cinco volúmenes, que será publicado peródicamente por nuestro sello editorial, ha viajado sobre su caballo moto (Saavedra dixit), en una gira por descentralizar la cultura en Chile, consecuente con su posición de poeta andesground, Oscar está sellando con este libro comprometido, una travesía que estamos seguros abre nuevas puertas en el panorama de la poesía latinoamericana última.
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Nuestro poeta en la feria del libro de Santiago de Chile.
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Milton Leiva, uno de los más entusiastas promotores de Tecnopacha, reposando junto al poemario en plena travesía.
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El poeta Oscar Saavedra, en una de las primeras presentaciones de su libro, como quien demuestra que más allá del golpe, los poetas también guardan lugar para la risa.
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Aquí una joven posando sonriente con Oscar.
.En firma de autógrafos.

. Presentación de Tecnopacha en la Universidad de Concepción.

. Greta Montero presentando TECNOPACHA en la Universidad de Concepción.

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Cristián Lagos en el Centro Cultural El Artefacto.

. En trance poético, en el Centro Cultural El Artefacto.

. TECNOPACHA en el Festival de Yungay. (Chile)

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sábado, 15 de noviembre de 2008

DESPERTANDO AL LEÓN DEL SUR de CALO

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Carlos Martín Campos Aboado (Calo). Lima, 1969. Ingeniero, egresado de la Universidad Particular Ricardo Palma. Ha trabajado en Perú, durante 15 años, en empresas de la industria de las telecomunicaciones. Desarrolló su interés por escribir desde sus épocas universitarias, a través de sus diarios personales mientras hacía campamentos, excursiones y viajes al interior o exterior del país. Fue piloto privado del Aeroclub de Collique (Lima), donde también practicó el paracaidismo. Es corredor aficionado a las carreras de fondo (maratones). Desde la práctica de esta actividad, nace Despertando al León del Sur, su primera novela.
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Un lector busca encontrarse en toda historia, es inconsciente, siempre es así. Cuando inicié mi carrera sobre los kilómetros de DESPERTANDO AL LEÓN DEL SUR, no intuí cuán certero sería el mensaje, las pistas, las señales que harían de este acto una especie de meditación para reencontrarme conmigo. Puedo afirmar que se trató del libro necesario y correcto en el momento adecuado. Ahora, recorridos sus sesenta kilómetros, aprendido el lenguaje de los pájaros marinos –con el que inicia y termina la narración– confirmo que la literatura no descansará nunca en su afán por conducirnos, más allá de la intención de los autores, por una ruta que, como aquí, estará ligada al deseo de alcanzar una meta. La vida finalmente es eso: un objetivo cuyo sentido radica en trascenderla para derrotar a la muerte. Estoy seguro que aquellos que se atrevan a despertar al león del sur, acudirán a ese kilómetro 20 de donde partió Calo para, por qué no, escribir su propia historia.

Harold Alva

viernes, 14 de noviembre de 2008

Tecnopacha y la memoria degradada

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Greta A. Montero Barra
(Presentación de Tecnopacha -Editorial Zignos, 2008- Universidad de Concepción)
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“Los personajes del cyberpunk clásico son seres marginados, alejados, solitarios, que viven al margen de la sociedad, generalmente en futuros distópicos donde la vida diaria es impactada por el rápido cambio tecnológico, una atmósfera de información computarizada ubicua y la modificación invasiva del cuerpo humano.” Lawrence Person.
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Óscar Saavedra nos presenta un libro que desde su nombre (Tecnopacha) nos evidencia una relación de visiones heterogéneas; un libro del mestizaje de significantes y formas de vida en hábitats disímiles, pero coexistentes, y una identidad socialmente borroneada, escamoteada, donde su principal fuente de referencias descansa en la alusión al cuerpo de las topografías de Chile y Latinoamérica. Todo esto desde una estética de lo retro, lo etno, lo metal, lo folk, lo punk, sudaka y, sobre todo, el cyberpunk, como el subgénero de la ciencia ficción, en cuanto a la homología con los modelos de las grandes urbes del primer mundo del high techh low life (literalmente: alta tecnología, bajo nivel de vida), que mantiene en la máxima indefensión a las masas de pobladores de la periferia.
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Es una poética que juega, dentro de los espacios degradados del cuerpo colectivo de las ciudades, con el estereotipo de las ideologías totalizantes, el marketing y la farándula, en una odisea del delirio que se orienta a desmantelar sus discursos ad-hoc, entre otras cosas.
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Tecnopacha puede ser descrito de tantas maneras como lo son las relaciones con la historia y la territorialidad que nos presenta su hablante. Encierra tanto una búsqueda de una tierra nueva, así como el intento por definir y describir un hábitat que se vuelve escurridizo y ambiguo. Es, por lo demás, un esfuerzo del Homo sapiens sapiens posmoderno neandertalizado que tiene tanto de fractal como de caótico, en su afán por reconstruir una memoria desfigurada.
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Los ojos del poeta son vitrinas de este mundo subterráneo en que vegetamos bajo máscaras o caretas, esculpido en base a ficciones y sobre-realidades. Esta función distractora y de ocultamiento que el texto expresa tiene su base en la lúcida capacidad de una poética que nos muestra, nos pone cara a cara con nuestra condición y pertenencia a una sociedad tercermundista, característica de los países de América Latina.
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Aquí se exhibe, entonces, un carnaval que entremezcla las esferas de lo diverso y lo posible. Encontrando material poético en la ideología económica y social capitalista, en la tradición que resguarda la pacha mama y en la vertiente socialista revolucionaria, que llegan a ser aunadas, por ejemplo, en la expresión Bolchevique Emotion. Advertimos, en definitiva, los retazos de un mundo laberíntico que todos somos capaces de reconocer, sin límites ni fronteras, pero cruzado, a su vez, por hombres y mujeres tan limitados como fronterizos. Tecnopacha es tanto una burla a los grandes metarrelatos del canon convencional, así como una sátira de los bien amados de la poesía universal y de las formas de hacer política, cultura y sociedad. Es la exposición, sin medias tintas ni tabúes, conscientemente pornográfica de la historia nacional, basada en el subyacente de una memoria colectiva a través de la TV, cuyas huellas las podemos detectar en el discurso de lo público, erosionado por el doble estándar y enmascaramiento de lo privado, de la mano de otros encantamientos varios. Estamos, en consecuencia, frente a una escritura crítica ante la vanidad humana, el despotismo y el funcional olvido social, muy conveniente por lo demás, para seguir inmersos sin contrapeso dentro del actual modelo socio-económico que padecemos.
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Leemos:
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en esta ciudad sin nombre,
les dije a sus habitantes: «he aquí lo que les puedo ofrecer».
Me tiraron piedras. Me gritaron neoliberal.
Me encasillaron en un demente anárquico
(según los contextos en donde anduve).
A los veintitrés años supe lo que era parir sin útero,
dejar sin semen mis testículos.
Supe que no quería descendencia,
que solamente la fama me haría símil
a una estrella hollywoodense
de la historia de vuestras histerias.
En: [Lectura visual/ visceral de mi valle]
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Óscar Saavedra no es uno de esos poetas autistas tras un afán totalizador ni mucho menos integrador. El suyo es, más bien, un texto de las evidencias (de lo que hay nomás pareciera decir, lo que tenemos) que crea hábitats, enclaves, al mismo tiempo que crítica una memoria de alucinógeno en una tierra anoréxica, como se menciona en varios poemas. Los Pachas son personajes, habitantes de la tribu del mundo; es decir, refracciones del colectivo. El país (Chile) es una institución, donde las Intis pueden formar parte de su “panóptica” u organismo disciplinar como cualquier otro elemento. El territorio es aquí un cuerpo fracturado, cuyos miembros están tan repartidos por las cloacas del Mapocho Center como dispersos por las urbes del mundo occidental. El poeta escribe sus versos sobre rocas de cemento y nos habla de un capitalismo moralizante y desquiciado:
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Me quedé ahí, pensando que la tribu leería lentamente las rocas
de mis ideas. Entonces me puse a escribir el poema capitalista,
el poema que sería regalado por las calles como un nuevo
corazón, como una nueva tierra ingerida por los ojos y los labios
llameantes de la luna.
(p.44)
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Respecto a su visión de la Historia, el poeta, al igual como lo hace Gabriela Mistral en su ensayo “Breve descripción de Chile”, hace una relación de la historia del país contándonos sobre su geografía (tierra y paisaje). Sin embargo, lo que para ella significa evidenciarla mesiánicamente como la creación a cargo de unos pocos, para el hablante de Tecnopacha significa la expresión de la base narcótica de un reaccionario nacionalismo.
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La visión de América nos recuerda, en la idea de “una nueva tierra”, el siempre acariciado, pero también escupido sueño americano; nos retrotrae a la antigua representación de América como el paraíso y la bíblica tierra prometida. Es la latente esperanza de construir una nueva memoria colectiva y, en consecuencia, hacernos partícipes de una identidad mestiza que en nuestro día a día continúa siendo borroneada, desvirtuada, desdibujada y que, por eso mismo, representa, como se explicita en la expresión de varios versos, “El ethos maldito de mi valle”, como parte del ser mismo del hombre.
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La América de Óscar Saavedra configura muchas cosas a la vez: una puta, un travestido, un carnaval, una sirvienta sudaka-burguesa, un valle, una tierra sin nombre, un origen denostado, una descendencia difusa, un huérfano, una mujer con anorexia. Todas aluden al espacio de vasallaje inconsciente de un continente y, sobre todo, a un país que comparte con otras zonas del tercer mundo su pobreza, como los países de África, Calcuta y los barrios bajos del Bronx. Esto nos recuerda el epígrafe de Giusseppe Ungarretti con que comienza este libro de poemas: “Busco un país inocente”. Ese país que, contrapuesto a la frecuente expresión de Paiscidio, simboliza la idea de una tierra nueva, de una nueva pacha.
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En definitiva, decir Tecno-Pacha, es decir Territorio, hábitat de los desesperados o hábitat de los hombres que han perdido el territorio en un mundo que cree que lo tiene todo.
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Noviembre del 2008
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En la foto: poeta Oscar Saavedra Villarroel

jueves, 13 de noviembre de 2008

EL REALISMO TRÁGICO DE ALAN MILLS

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Escribe: José Córdova
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Gabriel García Márquez había considerado que el «realismo mágico» era la única forma de trasladar fielmente la realidad latinoamericana a la escritura, ya que lo «mágico», según él, —aunado, además, a lo «barroco»— sirven para que una obra literaria —en este caso la de Gabo— sea verosímil, es decir, que la narración sea tan o más real, desde el punto de vista de que lo real, “tiene existencia verdadera y efectiva”.

Sin embargo, hubo una generación posterior que pensó que esta escritura «real maravillosa» de García Márquez no era definitivamente verosímil, ya que en las mismas narices de Macondo, existía un país ensangrentado en la violencia, tanto por parte del mismo Estado como por las Fuerzas Armadas y el terrorismo, la que aunada al narcotráfico y ésta, a su vez, a la miseria, el pandillaje y el sicarismo de las grandes urbes, hacían, no sólo de Colombia, sino también de casi toda Centroamérica continental, un territorio sangriento y terrible, casi imposible para seguir habitándola.

Es así que los nuevos escritores (como el colombiano Gustavo Bolívar) crearon lo que luego llegó a conocerse en la literatura latinoamericana como «realismo trágico» —aquí, literatura de los años de la «violencia política»—, pues ésta estaba totalmente desligada de esa excesiva verbosidad, y sin los efectos dramáticos con los que se subrayaba, en las antiguas novelas, lo que se pretendía trágicamente superior, puesto que en sí, lo trágico (violencia, y sólo violencia), finalmente, era el asunto que el novelista del «realismo trágico» quería retratar en su obra.

Y es desde esta perspectiva que Alan Mills (Guatemala, 1979) —utilizando los recursos del lenguaje popular y una «retórica callejera»—, nos da cuenta de la “realidad” de su país y parte de los extramuros centroamericanos (como la frontera mexicana por ejemplo): «me violaron pero quién me va a creer, pinche puta que soy, me levantan, conmigo está su purrún, su chinique, en este pellejo les gusta divertirse y apagar sus cigarritos, en serio que siempre me sentí fea, bien hecha mierda, y ahora estos cabrones viene a decirme: mire manaíta usté tranquila, en gustos se rompen géneros y en petates buenos culos, ve qué de ahuevo, por tanto daño apenas y me acuerdo de lo que decían, […] cómo miarde adentro, igual yo sólo les aviso que ya estoy panzona, cerotes, y que a este hijo le voy a poner carlos julián porque son los dos nombres que recuerdo: dale duro julián, pasala carlos, hacela mierda, te toca julián, sí, dos nombres nomás, pero yo sé que sus tatas fueron al menos cinco, tal vez seis chantes culeros, ay, noche más pisada, si los miro me los quiebro, juro que nunca voy a dejar que te digan hijo de la gran puta, no mijo, no mi carlos julián (p. 10)».

Y es también con esta impronta coloquial, latente en casi todo el libro, que Mills pretende ser cosmopolita —y posmoderno a la vez— para, sólo así, poder comunicarnos el retrato de una realidad social absolutamente violentísima e inhumana. No en vano el filósofo argentino Tomás Abraham postuló el concepto de «realismo trágico para dar una idea del modo en que los nuevos tiempos incidían en la conducta de la gente»; y, puesto que este «realismo moderno no depende de dioses, sino que es un realismo del cálculo de las cosas, pero con un perito mercantil alado (T. Abraham)», —es decir, del libre mercado con su ángel salido de ese capitalismo salvaje del que hablan los marxistas— el discurso trasciende, justamente en una postura casi sociológica más que literaria.

Ahora bien, dado que «los nuevos sujetos del poder son los capitales (Ibíd.)», al fondo siempre quedan los excluidos, los sin tierra, los que no tienen casa ni palabra, y, sobre todo, los inocentes; por eso Mills nos dice: «conozco otro pueblo, uno donde los niños ríen al caer la noche, están bien muertos pero risa y risa, travesiean con los chuchos que nunca tuvieron, se han echado encima una sábana de tierra que saben quitarse para soltar sus barriletes etéreos […]; sólo el ruido interpretaría con soltura la cantidad de silencio que expele una aldea fantasma, por eso la risa confiada de los niños al anochecer, por eso juegan entre el limo y no miran su sangre, esto va a persistir, nuestro destino es manifiesto, lo dice con llanto el Corazón del Cielo (p. 11)».

De ahí que, dejando todo atisbo de artificio metafórico, y por comedido que este ejercicio sea, el poeta utiliza atajos de rudeza, para que, de esta manera, no se altere la traumática realidad que crudamente evoca: «una tarde hermosa, afuera, en la pila de lavar, miré sin querer a cierto pariente mío ultrajando a la muchacha que enjuagaba la ropa, quedé paralizado, iluso quise imaginar algún alivio para ella, no era mucho el ruido, su boca mordía un trapo medio mojado que irradiaba dolientes burbujas engarzándose desde ahí hasta los cielos más desconocidos (p. 20)».

Sólo así, —en esta (y con esta) violencia explícita—, el poeta logra obtener una “pérdida repentina del conocimiento y de la sensibilidad” para postular un origen, es decir, referirse al sexo, (en un proceso de degeneración, en todas sus manifestaciones, tanto consentida como forzada) como una constante primigenia de la violencia, como si a través de él se engendrara todo atisbo de violencia; por ello el sexo se vuelve un trauma: «esas mujeres con sus vulvas chispeantes: flores del mal para este ensueño que muere (p. 21)», del que uno no prevé consecuencias: «por donde debiera pasar el tren no anda tren ninguno, ahí más bien desfila la sífilis, el vih, las diosas del papilomas y demás, ningún piano blanco en esas casuchas de orillera, ningún libro de cabecera para estos galpones polvosos, nuestros vagones abandonados anuncian que nos fracasó el hierro y de noche me siento ciudad no realizada transpirando a través de las llagas de sus putas, esqueleto vacío de volarse en su carne perdida (p. 14)». Es así como desde el inicio del texto hay una especie de autoinculpación: «me voy manchando, cualquiera diría esta noche no floreceré, toda calentura ingresa por un halo de luz desvanecida, tal música oscura y genética, mi situación presente no permite que me conmueva, iré sin freno hasta el fondo, cómo no voy a desear este desahogo si me enredo en la dislalia, quiero un habla, esta tensión es la única cosa que se suaviza en la medida del viaje (p. 9)», la misma que junto a todas estas imágenes truculentas de este «extraordinario poema de una violación permanente y, a la vez, una de las muestras más feroces y alucinadas de la gran poesía latinoamericana de hoy (Raúl Zurita)» descritas en 19 páginas terminan por enfermar, digamos traumar, mentalmente al protagonista: «doctor, doctor, / voy a contarle algunas cosas, / COSITAS / que quisiera olvidar pero no puedo (p. 29)».
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Alan Mills

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Síncopes, 36 pp./ Alan Mills / Lima, Editorial Zignos, 2007

Fuente: http://latorredelasparadojas.blogspot.com/2008/11/el-realismo-trgico-de-alan-mills.html

martes, 28 de octubre de 2008

Sobre ANOTACIONES de Daniel Maguiña Contreras y PLAQUETA PARA MARÍA de Omar Rosario Rodríguez (Ed. Zignos, 2008)

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Escribe: Harold Alva
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Hay quienes se atreven a encasillar como generación a los poetas que aparecieron con el nuevo siglo, quizá por cuestiones didácticas, quizá por constituir un nuevo canon. El solo intento limita un contexto cuyo radio va más allá del año 2000, me arriesgo a pensar en 1992. Ortega y Gasset en su muy famosa “Idea de la generación” la representaba como "una caravana dentro de la cual va el hombre prisionero, pero a la vez secretamente voluntario y satisfecho”, seguía: “Va en ella fiel a los poetas de su edad, a las ideas políticas de su tiempo y hasta al modo de andar usado a los veinticinco años” y para no reducirla a una moda, hablaba del compromiso dinámico entre masa e individuo que es lo que marca su trayectoria vital: histórica.
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Yo me pregunto ¿Hay compromiso histórico en estos jóvenes poetas? Alguien podría decirme que el arte está más allá de ese rol, que el arte está más allá de la militancia. Vuelvo a preguntarme: ¿Acaso el arte no cumple un rol social? ¿Nuestros poetas han metido en sus versos esta caravana social que hace rato avasalló sus hábitos? Pienso en algún nombre, en algún poeta joven al modo de Romualdo, o Scorza, o Valcárcel o Juan Gonzalo, intento encontrar un nombre, intento encontrar un poeta crítico a este tiempo, con opinión política, que analice y responda sobre lo que acontece, no un liberal extremista, tampoco un anarco incendiario, sino un poeta cuya sensibilidad recoja sin odio lo que ocurre y lo procese y lo transmita.
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Como no encuentro una respuesta, intento responder a esa ausencia de respuesta. Porque algo debe haber pasado para llegar a este silencio. Esta generación -contando desde 1992- ha sobrevivido a décadas siniestras. Los que nacimos entre 1968 y 1992 (1), para situarme entre dos acontecimientos históricos que cambiaron el rumbo de nuestro País: Velasco el 68 y Fujimori el 92, somos sobrevivientes a diversas formas de gobierno, en este proceso hemos sido testigos del derrumbe de las ideologías y del estallido de la globalización; hemos perdido por lo tanto hasta el sentido de las palabras. Raúl Zurita, el emblemático poeta chileno, respondía sobre esto hace tres años (2). Zurita decía que hemos perdido el significado de las palabras, afirmaba que el marketing intentaba darles otro sentido y que por eso era importante volver a escribir, por ejemplo, la palabra “amor”, término cursi o trivial que incluso rechazamos.
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Yo le agrego las palabras “compromiso”, “solidaridad” y, sobretodo, “comunicación”. Da la impresión que nos hemos perdido, que hemos dejado de ser esa mixtura sociedad / individuo, entonces necesitamos reconstruir ese lazo que unía al poeta con su entorno, necesitamos reconstruir ese puente para olvidarnos del individualismo que ha hecho escritores como islas. Pero necesitamos recuperar el significado de las palabras.
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Daniel Maguiña Contreras

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Hace cuatro años conocí a Daniel Maguiña Contreras, por aquel entonces yo editaba la colección El Malhechor Exhausto (3), el último de los autores publicados había sido Alex Alejandro, miembro del Grupo Jade (4). Daniel, al día siguiente me envía sus poemas, me envía el “Capítulo T”, un conjunto de textos en prosa cuyo eje temático era el amor, pero el amor en tono sabinesco, no el amor cursi, sino el amor irónico, el que realmente duele, el que le obliga a la mano escribir algo para no marcar el teléfono de la culpable. Entonces había eso a lo que se refería Zurita, Daniel le devolvía a esa palabrita su significado original.
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Hace un par de meses me confirma que tenía un conjunto de poemas que consideraba publicables, pero no quería editar solo, me habla sobre un amigo con quien había coordinado para publicar juntos: Omar Rosario Rodríguez. Me presenta a Omar vía correo electrónico, después contactamos vía MSN, y Omar me enseña sus poemas. El eje: el mismo, el amatorio.
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¿Qué tenía yo, como editor, al frente? Como poeta: ¿qué tenía al frente? Yo que cuestiono los años sobre los que quieren presentarnos una “nueva generación”, yo que considero urgente devolverle a las palabras su significado real, yo que reclamo a los poetas introducir la calle y su contexto en lo que escriben: tenía al frente a un par de poetas jóvenes que habían escrito en paralelo dos trabajos cuyo tema era el mismo y que querían hacerlo público en dos libros que se presenten como uno. Es decir, comunicados, recuperando ese lazo al que me referí hace un momento.
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Por eso el lanzamiento de esta colección bicéfala de poesía. El modo exacto para presentar en comunión estos discursos arriesgados. Se necesita ser arriesgado para publicar un poema de amor, cuando muchos de sus contemporáneos prefieren la erudición del texto por el texto. Nos pareció atractiva la idea de un libro bicéfalo, sobre todo por lo histórico del término, recordemos a Orthrus, el hermano de Cerbero, de la mitología griega, asesinado por Hércules; o el águila bicéfala de los masones cuyo origen se remonta a la ciudad samaritana de Lagash hasta llegar a los sultanes de Slkujian de donde fue llevada por los cruzados a Europa (5); o la serpiente bicéfala de los mayas, solo por citar algunos referentes.
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ANOTACIONES de Daniel Maguiña Contreras nos ubica frente a un poeta que no se hace problemas para introducir en su registro el lenguaje de la calle, los personajes de la televisión, los animes. Gracias a ese riesgo salva a sus poemas de caer en lo pueril. Si bien le escribe a una mujer o al silencio, su palabra no es la onda dulce que llega como una balada nuevaolera, todo lo contrario, por eso hablé de Sabina. Sus textos son prosas que se valen de los recursos narrativos, pero no pierden el sentido de lo poético. Omar Rosario Rodríguez si bien acude a la prosa poética en PLAQUETA PARA MARÍA, apela también al verso libre preocupado por la imagen. Sus poemas están construidos con un lenguaje que no titubea para decir lo que pretende.
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Gracias a ese compromiso por devolverle a la palabra su sentido -que ubico como parte del proceso para retornarle al poeta su rol social, ese rol que va más allá del sentimiento que sostiene a estos libros- apuesto como editor por estos jóvenes poetas.
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Omar Rosario Rodríguez


1. Estoy preparando DE GOLPE A GOLPE: LA ÚLTIMA GENERACIÓN / ANTOLOGÍA POÉTICA.
2. Entrevista realizada por Miguel Ildefonso para Odumodneurtse, el periódico de poesía que dirigía Álvaro Lasso.
3. Publicamos ocho títulos: M.D.I.H. de Miguel Ildefonso, ARTE RUPESTRE de Roberto Salazar, EL CIELO QUE ME ESCRIBE de Miguel Ángel Zapata, OPÚSCULO DE UN NOSFERATU de Leo Zelada, NAVAJAS de Karl Oharak, CUADERNO DE LUCIÉRNAGAS de Alex Alejandro, BAJO EL PUENTE DE LONDRES de Denis Castañeda y PUTAMADRE de Héctor Hernández Montecinos.
4. El grupo JADE de la Universidad Nacional Federico Villarreal estuvo integrado por Alex Alejandro, Oscar Perlado, Josefina Jiménez y Daniel Maguiña, entre otros.
5. El águila bicéfala masónica, por Iván Herrera Michel, en “Pido la palabra”.

lunes, 27 de octubre de 2008

LA ARMONÍA DE LOS MAPAS de OMAR SALOMÉ

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Escribe: Javier Ágreda
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Ingeniero de profesión, Omar Salomé (Tacna, 1972) hizo estudios de literatura en la universidad de San Marcos, donde compartió aulas con el interesante grupo de poetas "Sociedad elefante", conformado por algunos de los más prometedores escritores peruanos de la actualidad. Salomé se hizo conocido como narrador con una serie de muy buenos cuentos que circularon a través de internet, hoy día el más importante medio de difusión literaria. Desde las revistas y foros literarios virtuales, Salomé acaba de dar el todavía imprescindible salto al libro impreso con La armonía de los mapas, su primera novela.
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Salomé nos cuenta la historia de Héctor Berríos, un tacneño nacido en la década del 70 (como el propio autor) y que por eso crece en un mundo en el que el liberalismo salvaje ya se ha impuesto como ideología dominante, con la irremediable pérdida de algunos viejos valores como la honestidad y la solidaridad. Un mundo que además está globalizado y en el que el gran sueño de los jóvenes es precisamente el viaje a Estados Unidos, algo que Héctor logra muy joven, como premio de un concurso entre todos los escolares de su ciudad natal. Esa experiencia se convierte en un hito en su vida, pues lo hace destacar como alguien especial en su grupo de amigos y en su colegio, y además lo lleva a hacer de la competitividad casi su razón de vivir.
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A la manera de American psycho de Bret Easton Ellis, La armonía de los mapas nos muestra todos los excesos a los que puede llevar esa competitividad, la desenfrenada lucha de estos jóvenes por el éxito (laboral, económico, sexual, etc.), desde la frivolidad hasta la completa instrunmentalización de todas las relaciones humanas. Y para hacerlo Salomé apela a las más modernas técnicas narrativas, cambiando constantemente de "punto de vista" y con bien dosificados saltos en el tiempo, especialmente a la adolescencia de Héctor, cuando era un fanático del fútbol y del grunge, ese movimiento de rock contestatario y alternativo de los años 90 que tuvo su mejor expresión en las canciones de Kurt Cobain.
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El contraste entre esta cultura "alternativa" que Héctor vivió en su adolescencia y el frívolo mundo en el que vive actualmente es uno de los aspectos más logrados de este relato. También el buen empleo de los viajes como elementos simbólicos que determinan el paso de una etapa a otra en la vida del protagonista. En el otro extremo, en el de los reparos, diríamos que se hace sentir la ausencia de situaciones que expresen la intensidad de los conflictos que el protagonista está enfrentando. La armonía de los mapas es una interesante novela de formación, además de un honesto testimonio generacional.
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domingo, 26 de octubre de 2008

HELMUT JERÍ Y LA ÚLTIMA ESTACIÓN (Ed. Zignos, 2008)

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Escribe: Harold Alva
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En una entrevista el poeta Ricardo Ayllón me pregunta sobre cuál era mi visión sobre la poesía peruana, es decir, más allá de Lima, yo (como Ricardo), que soy de provincia (Piura), y que me jacto de ser descendiente de una de las mejores tradiciones del interior de nuestro país (Salaverry, Velásquez, Martos, Rojas, Alarcón) sentí que Ricardo había tocado en el clavo, sobre todo porque a pesar de la Internet y la velocidad de las telecomunicaciones todavía sobrevivimos en un país centralista. Y no es una afirmación que tenga que ver con cenáculos o con los escritores limeños, para nada, sino con los propios escritores de provincia, hay una especie de ceguera inconsciente que pese a la postergación de sus manifestaciones artísticas no les ha permitido hasta ahora construir algo contundente, no para hacerle la lucha a lo que se escribe en Lima sino para hacer sentir su presencia. Entonces tenemos poetas como islas. Se insiste con un centro cuando la respuesta está en construir sus centros y articular un movimiento que presente propuestas plurales para reafirmar que en efecto vivimos en un país cuya tradición literaria es una de las más ricas del orbe.
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Hoy, la actividad poética que se vive al interior es sorprendente. Poetas como los trujillanos Jorge Hurtado, Manuel Medina Velásquez, Denisse Vega Farfán, el piurano Luis Enrique Robles, la arequipeña Ana María Flores Núñez , Martín Zúñiga en el Cuzco o César Panduro y Helmut Jerí en Ica, nos demuestran que la poesía late sin frenos y que ese latido cada día se fortalece por la propia fe de estos jóvenes escritores. Sin embargo, pienso que se necesita más de lo meramente literario para transformar este panorama, me refiero al rol político que debe cumplir el poeta. Mientras no haya ese sentido por recuperar los espacios, el poeta será un hombre postergado.
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Estoy releyendo LA ÚLTIMA ESTACIÓN del poeta Helmut Jerí y confirmo que sí es posible levantar la voz para recuperar esos espacios. El año pasado el poeta chileno Héctor Hernández Montecinos –estuvimos en Caral con él y Helmut después del País Imaginario- en la presentación del libro de Jorge Castillo Fan, comentaba sobre lo que significaba el hecho de la aparición de un libro; decía que ya impreso era una victoria y hablaba de todas las trabas que se presentan como caprichos para detener el nacimiento, al vencerlas, el resultado era un libro con historia y proyectable. Cito esto porque LA ÚLTIMA ESTACIÓN es en efecto un libro con historia y proyectable. Para que aparezca hemos resistido a todas las zancadillas y muros inimaginables, ahora, en la puerta del horno, podemos jactarnos que estamos frente a una victoria. Y victoria doble cuando sus versos confirman que sí es posible levantar la voz desde la poesía para recuperar o construirnos los espacios.
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Helmut Jerí ha escrito un libro en el que circula con destreza por los viejos temas que nos devuelven a la convicción de que el poeta es un sujeto extraño - los seres me miran con temor- Entonces Helmut inicia, para pretender ser objetivo transmitiéndonos su lectura del mundo desde afuera, para poco a poco ir sumergiéndose en él mismo y presentarse como un poeta inusual, bucólico, pero sobre todo, social. Como Washington Delgado en Globe trotter o como Heraud en El río. Helmut con una poética del desencanto ha logrado construir poemas que pueden leerse como himnos cuya fuerza y honestidad no ha sido subordinada a la retórica. Lo importante para el poeta es transmitir el golpe, y el golpe llega de improviso para doler más.
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LA ÚLTIMA ESTACIÓN es un libro que transporta. Uno al leer sus versos imagina al poeta y a sus personajes al frente, como si de pronto se abriera una ventana con la lectura y nos ubica como voyeurs para continuar con esa acción hasta terminarlo, hasta cerrar la última página, pero te deja con esa sensación de culpa como quien no ha querido penetrar el puñal –los ojos- sobre ese cuerpo –el poemario. Si te vas, procura hacerlo por la ventana / Solo para que el mundo sepa / Que estas huyendo a la mala.
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Estoy convencido que estamos llegando a tiempo a LA ÚLTIMA ESTACIÓN. Demoró, pero era la última pues, estaba lejos. Helmut Jerí con este libro suma su nombre a esta nueva promoción de escritores –Alessandra Tenorio, José Agustín Haya de la Torre, Rocío Fuentes, Vanesa Martínez, Víctor Ruiz, Rafael García Godos, Miguel Ángel Sanz Chung, Romy Sordómez, Lali García, Vedrino Lozano, Andrea Cabel, Raúl Solís, Patricia Colchado, Jhon López, Diego Lazarte, Salomón Valderrama, entre otros- que sin haberlo asumido lleva en su espalda el peso de lo que significa este nuevo siglo.
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Cómo no tener confianza a lo que podemos hacer por construir esos centros para permitirle a la gran voz que ingrese. Es posible. Aún nada está dicho, pero depende de los poetas, más allá de la cuestión mediática que, al final, solo los arrincona en las cavernas del ego. La poesía es de todos. Debe volver a ser de todos. A ella nos devuelve LA ÚLTIMA ESTACIÓN.

viernes, 24 de octubre de 2008

Presentación de Plaqueta para María & Anotaciones

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Este martes 28 de octubre, en el Auditorio A de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Privada Ricardo Palma, se realizará la presentación del primer título de la colección bicéfala AZERTIJO, que se inaugura con PLAQUETA PARA MARÍA de Omar Rosario y ANOTACIONES de Daniel Maguiña. La cita es a las 5 PM. Los esperamos. El ingreso es libre.

jueves, 23 de octubre de 2008

PARA ROMPER LA CAMISA DE FUERZA (TERRITORIAL) DE LA POESÍA

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En torno a Tecnopacha (Ed. Zignos, 2008) de Oscar Saavedra Villarroel
Escribe: Róger Santiváñez

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Cuando visité Santiago de Chile en julio de 2006 –realizando el trabajo de campo para mi tesis sobre Enrique Lihn- conocí al joven poeta Oscar Saavedra Villarroel. Envuelto en una gruesa bufanda, gorra negra y cuadrados lentes de carey del mismo color, me llamó la atención su conversación chispeante y su mirada de inteligencia avizora. Pocos días después del primer encuentro –junto a otros muchachos de la más reciente generación de poetas chilenos-, tuve la ocasión de escuchar su poesía, por él mismo leída, en un evento escenificado en la SECH. El impacto fue rotundo en mi fuero interno y en el del público asistente, retumbó la fuerza atávica de un canto que evocaba la historia y dejaba percibir una nueva tonalidad épica en su desencadenamiento rítmico.
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En efecto, distintos momentos históricos eran tomados por esta poesía, para configurar un corpus verbalis que desde una perspectiva posmoderna, nos ponía en situación de trance y crítica contra todo el orden establecido. Tras la lectura, en la terraza de un bar en Bellavista, Oscar Saavedra me mostró los originales de su libro, entonces denominado dOPING hISTÓRICO. Celebramos –siempre con su mancha generacional- hasta altas horas de la madrugada. Así pasaron los meses y en abril de 2007 volví a la capital chilena para un Congreso Peruanista, y esta vez nos las ingeniamos para entrar con toda la mancha (que no tenía invitación) a la Embajada del Perú en Santiago donde se efectuó una rociada recepción. Aquella noche Oscar Saavedra volvió a leerme nuevos fragmentos de su libro en proceso de escritura.
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Y finalmente aquí está la obra terminada. Su título actual es Tecnopacha y se nos presenta como el primer capítulo de dOPING hISTÓRICO, que ya queda entonces como el membrete general de una creación mayor. Entremos entonces al análisis de este libro.
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Lo primero que podemos decir es que con Tecnopacha vuelve la poesía-discurso, de singular tradición en la poesía chilena. Baste recordar a Pablo Neruda y a Raúl Zurita. Estamos ante una especie de gran manifiesto construido en verso, aunque de vez en cuando nos encontramos con viñetas de prosa poética. La voz aural está encarnada en la primera persona, la cual provista de rotunda ironía va confeccionando un hilo discursivo sintetizado en reminiscencias vanguardistas que van desde el creacionismo hasta el movimiento beatnik, en un afán totalizador e integrador –una especie de inmenso retrato del capitalismo postmoderno y contemporáneo desde Chile- como si se quisieran agotar todos los temas de esta posibilidad.
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El discurso sazonado de refrescante coloquialismo, apela a una particular adjetivación (me presenté como burguesía cordillera), haciendo estallar lo calificativo mediante dos sustantivos puestos en extraño contacto. Reivindica lo indio andino con la denominación Pachas (tierra en kechua), término que alude al pueblo o a todo ser humano. Un innominado personaje –especie de alter ego del poeta- que puede ser femenino y/o masculino emprende un alucinado viaje (tradición huidobriana) por la historia y sobre todo sudamereando (en rumbo por Sudamérica en este neologismo saavedriano), sintetizándolo en estos versos: mi lenguaje podía ser / la emoción mundial de los pueblos, o también: aluciné con la tierra prometida de mis textos. Al final uno se queda con la impresión de que el poeta aquí es un testigo privilegiado del Apocalipsis del capitalismo trans-nacional de nuestros días. Esto se plasma en imágenes de notable riqueza plástica como por ejemplo: Mirándome como a una puta de San Camilo / de puro rouge en su ansiedad.
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Pero lo que salva al imaginario viajero-poeta es su Bolchevique Emotion. Es decir, el corazón bien a la izquierda, especie de argamasa que va conectando los ladrillos de su estructura poética. Porque ya sabemos que esta historia está dopada, manoseada / desde siempre como se nos anuncia desde el principio, el poeta se propone Reconstruir una memoria. Y para eso el vuelo, el viaje, este libro. De la manera más inesperada: Ascendí entonces en un ascensor o sencillamente: me subí a un micro. Después de su búsqueda, el poeta llega a decir supe que la identidad no era sino un puñado de / polvo en las manos. Entonces sigue su camino y afirma: con mi armazón retro escalerié el Monte Santa Utopía. Aquí está funcionado la bolchevique emotion a pesar de que la única realidad con que podemos contar es la Revolución consumista y la Creatividad mall o fusiones raras, producto de la alienación y/o el mestizaje: Como se ve a una madona mapocho / lucir su cabellera nórdica.
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Estamos ante una realidad usaísta vitrina como la califica el poeta. Es decir, bajo el imperio del gran capital de los Estados Unidos de América (USA). De ahí usaísta, uno más de los abundantes neologismos de Saavedra. Pero él se define así: Yo, Bolchevique Emotion; Yo, el Sr. Sudaca. Por eso comprendemos el tono de su caprichosa adjetivación: El sol salía Kremlin cada mañana. Mas no se piense en una poesía panfletaria ni menos complaciente. Aquí el poeta -épico de raigambre nueva- vive (y sobrevive) en constante confrontación con la realidad y con los demás. Esto se plantea poéticamente de la siguiente forma:
estaba tan ola/playa que cuando los vi
mis ojos/sol fueron hielo sangre de mi
estrella nativa
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Muy sutilmente Chile presente, Saavedra se las ingenia para lograr una cálida representación de su pueblo: pude salvarme como todo un Rodríguez.
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En resumidas cuentas lo que Tecnopacha busca en tanto libro, es la consecución del poema capitalista que como tópico aparece una y otra vez entre sus versos. La ironía está en que pese a su feroz crítica contra el Capital, nuestro poeta parece ser el único capaz de lograr ese poema. Y ésa es la contradicción que siempre entraña la buena poesía: en el remolino verbal de su cuestionamiento radical, Saavedra construye su libro (y el poema capitalista) con las propias armas que proyectan y realizan su destrucción.
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En esquinas mundializadas y echando mano a toda la Contracultura el poeta se declara un autoruta posmo y observa: La tribu me aplaudía; aunque poco después –en reminiscencia de El Paseo Ahumada de Enrique Lihn- lo quieran expulsar de la ciudad. Entonces el poeta se va, prendiendo fuego al poema capitalista. Somos notificados que partirá a bolcheviquear o pachamandar. Pero nos deja este canto, este bello libro de rabia, ardor y esperanza que depositará las palabras en sus oídos talados desde antes que naciera el Ecuador, con lo cual la certidumbre metafísica de esta poesía está dada –viajando hasta el origen ontológico del ser y del universo- y además entroncándose con el célebre Ecuatorial (1918) de Vicente Huidobro (prístina manifestación de la vanguardia hispanoamericana). Como no podía dejar de ser, el viaje (el libro) concluye con una partitura musical (en la línea maestra de Ezra Pound), sólo; que en vez de notas, junto a la clave de sol hay Pachas. O sea, nosotros. Nuestra música, nuestra Pacha. Sin duda, somos el sonido del nuevo mundo. O por lo menos, en el visionario magín del poeta Oscar Saavedra Villarroel. Salud!
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[ a los 6 días de setiembre de 2008,
a una hora de Princeton University ]

miércoles, 22 de octubre de 2008

LA CANASTA (Ed. Zignos, 2008) en MILENIO / Tampico - Miércoles 22 de Octubre de 2008

La poesía de Sara Uribe, presente en La Canasta.

Escribe: Miguel Domínguez.
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La selección corrió a cargo del traductor Toshiya Kamei, quien ya la ha traducido. La Editorial Zignos, de Lima, Perú, publicó la antología de poetas latinoamericanas La Canasta, en la que aparece Sara Uribe, quien habiendo nacido en Querétaro, se considera tampiqueña por adopción. Junto a la suya, se publica también la obra de las mexicanas Estrella del Valle, Selfa Chew, Leticia Luna, Isolda Dosamantes y Cristina Rascón Castro; las peruanas Erika Ghersi y Victoria Guerrero; y la española Ana Merino.
La Canasta es una selección y traducción de Toshiya Kamei, quien desde hace tiempo ha traducido al inglés parte de la obra de Sara Uribe y Liliana Blum. De Blum por ejemplo, tradujo el libro The Curse of Eve and Other Stories.
En la presentación de esta antología, Kamei explica el objetivo de su publicación: “Promover la poesía de mujeres hispanas”. Sin embargo, aclara que no tiene la pretensión de ofrecer un panorama completo de esa clasificación de la literatura. “Me doy cuenta de que al incluir a ciertas poetas estoy excluyendo a otras. Además, debido a mi gusto literario, el proceso de selección de las poetas ha sido en gran parte arbitrario”, escribe el norteamericano. En la selección, aclara, también participa la casualidad. “Como traductor principiante, trabajo principalmente con poetas jóvenes cuyas obras han sido poco traducidas. Mis traducciones inevitablemente reflejan mis preferencias e idiosincrasias”. “Cuando enfrenté una serie de elecciones, intenté encontrar la mejor solución para construir un puente sobre el vacío entre los dos idiomas”, concluye.
La autora, aunque nació en Querétaro, Sara Uribe reside desde hace muchos años en Tampico, por lo que es aquí donde comienza su carrera literaria. Ha obtenido premios como el de Literatura del Noreste Carmen Alardín en su edición del 2004; en 2005 obtuvo el Nacional de Poesía Tijuana. Ha publicado títulos como Lo que no imaginas, Nunca quise detener el tiempo y Palabras más palabras menos. Junto a Liliana Blum editó Perros de agua.
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viernes, 10 de octubre de 2008

LA CANASTA / Selected and translated by TOSHIYA KAMEI

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TOSHIYA KAMEI: Traductor de The Curse of Eve and Other Stories (Host Publications, 2008) por Liliana Blum y la plaquette Collection: Ekphrastic Poems por Ericka Ghersi (Canvas Press, 2007).
Para mayor información, visiten:
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AN ANTHOLOGY OF LATIN AMERICAN WOMEN POETS
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Estrella del Valle. Nació en Córdoba, Veracruz. Es egresada de la Escuela de Escritores de la Sociedad General de Escritores de México (SOGEM). Estudió Letras Hispanomexicanas en la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez. En 2000 ganó el Premio Nacional de Poesía Efraín Huerta por Fábula para los cuervos y el Premio Nacional de Poesía Ramón López Velarde por La cortesana de Dannan. Traducciones al inglés de sus poemas han aparecido en varias revistas como The Bitter Oleander, Burnside Review, Diner e International Poetry Review, entre otras. Actualmente radica en Los Ángeles, California.

Selfa Chew. Nació en la ciudad de México en 1962. Es licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Nacional Autónoma de México y tiene sus maestrías en Creación Literaria e Historia de la Universidad de Texas en El Paso (UTEP). Es miembro del consejo editorial de la revista Revista de Literatura Mexicana Contemporánea y editora de la revista literaria BorderSenses. Actualmente cursa un doctorado en Historia en la UTEP. Traducciones al inglés de sus poemas han aparecido en las revistas Common Ground Review, The Griffin, Upstreet y Versal.

Victoria Guerrero. Nació en Lima, Perú, en 1971. Estudió Literatura en la Universidad Católica del Perú. Actualmente cursa un doctorado en Literatura en Boston University. Es editora de la revista literaria Intermezzo Tropical. Traducciones al inglés de sus poemas han aparecido en las revistas Loch Raven Review, Monday Night y Shadowtrain (Inglaterra). / Perú
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Sara Uribe. Nació en Querétaro in 1978 y desde 1996 radica en Tampico, Tamaulipas. Cursó Filosofía en el Instituto de Estudios Superiores de Tamaulipas. Actualmente se desempeña como directora del Archivo Histórico de Tampico. Traducciones al inglés de sus poemas han aparecido en las revistas Grasslim, Greatcoat y Shearsman (Inglaterra).
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Leticia Luna. Nació en la ciudad de México en 1965. Estudió Periodismo en la Universidad Nacional Autónoma de México y obtuvo su maestría en Creación Literaria en el Centro de Estudios Casa Lamm. Es co-editora de la Trilogía poética de las mujeres en Hispanoamérica (2004). Dirige las Ediciones La Cuadrilla de la Langosta. Traducciones al inglés de sus poemas han aparecido en las revistas The Bathyspheric Review, Common Ground Review, The Dirty Goat, Illuminations, Shearsman (Inglaterra) y Visions International.
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Isolda Dosamantes. nació en Tlaxcala en 1969. Obtuvo su licenciatura en Ciencias Políticas y Administración Pública de la Universidad Autónoma de Tlaxcala. Estudió creación literaria en la Sociedad General de Escritores de México (SOGEM). Se ha desempeñado como profesora en el Centro de Enseñanza para Extranjeros de la Universidad Nacional Autónoma de México y la Universidad de Estudios Extranjeros de Beijing, China. Traducciones al inglés de sus poemas han aparecido en The Griffin, International Poetry Review, Loch Raven Review y Minnetonka Review.
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Ericka Ghersi. Nació en Lima, Perú, en 1972. Estudió Ciencias de la Comunicación en la Universidad San Martín de Porres y obtuvo su maestría en Español de Bowling Green State University. Recientemente terminó su doctorado en Literatura Latinoamericana en la Universidad de Florida. También se desempeña como profesora adjunta en Stetson University. Traducciones al inglés de sus poemas han aparecido en Common Ground Review, International Poetry Review, Parthenon West Review, Poetry Salzburg Review, RHINO y Versal.

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Cristina Rascón Castro. nació en Sonora en 1976. Estudió Economía en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM) y recibió una maestría en Política Pública Comparada en la Universidad de Osaka. Se ha desempeñado como profesora en el ITESM, e imparte talleres de literatura japonesa y creación literaria. Actualmente trabaja como consultora independiente. Entre los poetas japoneses que ha traducido se encuentran Shuntaro Tanikawa, Rin Ishigaki, Machi Tawara, Yuko Hirose y Mitsuo Aida. Traducciones al inglés de sus poemas han aparecido en la revista Loch Raven Review.
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Ana Merino. Nació en Madrid en 1971. Ha ganado los premios Adonais y Fray Luis de León de poesía. Cursó Historia Moderna y Contemporánea en la Universidad Autónoma de Madrid. Obtuvo su maestría en Literatura Española y Latinoamericana de la Ohio State University y su doctorado en Lenguas y Literatura Hispana de la Universidad de Pittsburgh. Actualmente es profesora asistante de español en Dartmouth College. Radica con su esposo, el pintor español Félix de la Concha, en New Hampshire. Traducciones al inglés de sus poemas han aparecido en las revistas Controlled Burn, Gentle Strength Quarterly y Sirena.

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El objetivo de esta antología es promover la poesía de mujeres hispanas. Sin embargo, como cualquier antología, dista mucho de ser completa. Me doy cuenta de que al incluir a ciertas poetas estoy excluyendo a otras. Además, debido a mi gusto literario, el proceso de selección de las poetas ha sido en gran parte arbitrario. También la casualidad influyó en mi selección. Como traductor principiante, trabajo principalmente con poetas jóvenes cuyas obras han sido poco traducidas. Mis traducciones inevitablemente reflejan mis preferencias e idiosincracias. Cuando enfrenté una serie de elecciones, intenté encontrar la mejor solución para construir un puente sobre el vacío entre los dos idiomas.

Toshiya Kamei

BAGUAL de FELIPE BECERRA CALDERÓN

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Felipe Ignacio Becerra Calderón. (Viña del mar, Chile, 1985) estudia licenciatura en letras en la Pontificia Universidad Católica de Chile. Ha participado en el taller de novela de Jaime Collyer, en el taller de poesía de Héctor Hernández Montecinos y el taller de cuento de Alejandra Costamagna. Ha obtenido el Primer Premio en el Concurso de Creación Literaria Joven “Roberto Bolaño” en las categorías de Cuento y de Novela 2006 y la Beca de Creación Literaria del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes en la Categoría Novela 2008. Ha participado en variados encuentros de poesía joven como Violento Sur, Bonsái, Perros Héroes, Riesgo País, Autores de Noche y Sur Itinerante. Forma parte del Colectivo apuntes/ amputes.
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Un libro de guardia que desoculta, que soporta una materialidad desierta en su decir y en la censura de su habla la marginación de un cuerpo como ironía. El libro de apuntes institucional permite la verificación de un acontecer mediante la lectura de su entorno, esto es, la fractura de una huella disipada que actúa siempre como política, como escritura. La noción de peladero, la sequedad con que la letra va socavando su devenir, el flujo gramático con que la pesadilla del nombre riega la narrativa, el lenguaje –barthesiano- como hurto, hacen de bagual un espacio desfigurado por la idea que lo trama. La palabra aterriza aquí para simularnos actuales de una historia que no es posible dejar de interrogar –para mostrar el modo cómo la fisura de ésta nos va delineando-. Felipe Becerra trabaja sobre una materialidad devastada, esa pérdida nos piensa siempre como poema. Su singular pertinencia admite su política en la medida en que esa devastación nos conmine a pensar la literatura y sus condiciones de posibilidad más que a saberla. Bagual es para nosotros la frágil intimidad del desierto y su palabra.
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Rodrigo Morales

TECNOPACHA de OSCAR SAAVEDRA VILLARROEL

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Oscar Saavedra Villarroel. (Santiago de Chile, 1977). Licenciado en Educación. Becado por la Fundación Pablo Neruda en el 2005. Ha participado en encuentros nacionales e internacionales de poesía. Ha obtenido varias menciones en diversos concursos (Juegos Florales Gabriela Mistral 2008). Un adelanto de su proyecto poético dOPING hISTÓRICO fue publicado en "Anomalías, 5 poetas chilenos" (Editorial Zignos, 2007). Poemas suyos han sido traducidos al portugués. Es editor literario de la revista indie.cl, organizador del encuentro nacional de poesía Descentralización y director de la editorial Andesground.

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Supe de Oscar Saavedra Villarroel en mi primera visita a Santiago de Chile, el año 2006. Era una madrugada de octubre, cuando el poeta Alexis Donoso, señalándolo, me dice: él es Oscar Saavedra. Eso fue todo. Tres meses después, ya en Lima, preparamos con Alexis una muestra de 5 poetas jóvenes chilenos, uno de los seleccionados fue Oscar. Publicamos un adelanto de lo que será su proyecto dOPING hISTÓRICO; desarrollado en cinco partes. TECNOPACHA, el libro que ahora edito, es su primer volumen. Sin ánimo de pontificar, estoy convencido, se trata del primer documento político que recoge, en código verso, la lengua de una Latinoamérica desgarrada y ansiosa por decir mucho más allá de ese registro escritural que suele perderse en los laberintos de la retórica efectista. Por eso, este libro, es un aporte fundacional. Aquí recuperamos al poeta épico, al artista como crítico de su contexto, al hombre que se duele y denuncia. TECNOPACHA tiene la virtud de conmovernos, su lectura nos ubica frente a nuestras cartografías internas y externas. Nada se guarda el poeta, todo lo grita como un himno ancestral que hemos venido repitiendo desde siempre, pero aquí la lengua, su lengua, nuestra lengua, se levanta como un fakir para lanzarlo como un grafiti posmo sobre la ciudad incendiada. Sobre la ruta andes donde Ofuscado me tendí entre alimañas tercermundistas, / entre la flora artificial del hambre que dibuja un paraíso de metal.

Harold Alva

COLECCIÓN AZERTIJO: ANOTACIONES & PLAQUETA PARA MARÍA

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Daniel Maguiña Contreras (Lima 1984). Cursa un taller de Poesía en el CCPUCP en el 2003. En el 2004 un taller de poesía y cuento en el centro cultural de la UNFV. Se ha presentado realizando recitales con Moiras y Jade siendo miembro de ambas agrupaciones en distintas épocas. Realiza performance con música y poesía en el centro cultural Antares, ésta vez en el grupo, Quimera. Es colaborador de la revista CASA DE ASTERIÒN de la facultad de comunicaciones de la UNFV publicando textos y dibujos. Forma parte de la red de poetas en un blog virtual llamado URBANOTOPÍA. Actualmente estudia Arquitectura en la universidad Ricardo Palma.
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Omar Rosario Rodríguez. (Lima 1985), cursa una vida complicada llevada al arte y a esconder papeles y maderas, comparte un mundo bohemio donde las letras son sus rasgos y sus palabras son su silencio, presenta su primera obra literaria dando a Maria como su realidad en una plaqueta de cronicas compartidas. Actualmente estudia Arquitectura en la Universidad Ricardo Palma.

martes, 8 de julio de 2008

LA ÚLTIMA ESTACIÓN de HELMUT JERÍ PABÓN

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Helmut Jerí Pabón. Lima,1982. Escribe desde los cuatro años. Tiene cuentos y ensayos que amenaza con editar próximamente. Actualmente radica en la ciudad de Ica, donde participa activamente de sus veladas literarias. Poemas suyos han sido recogidos en: Veinte para los dos (Ediciones Altazor, 2004), Poetas Peruanos, generación 2000 (Revista Virtual Lapsus – 2006), Nuevas voces de la poesía peruana (TDV discos, Lima, 2006), Antología poética de Ica: Algo De cierto (Lustra Editores, 2007). Ha publicado el poemario El rostro del Amor (Ica, 2002). Ha obtenido diversos premios en certámenes literarios. Ha participado en los encuentros de Poesía Manuel Jesús Baquerizo (Ica, 2005), y en los festivales: Festival Internacional de Poesía (Santiago de Chuco, Trujillo, 2006), Cielo abierto (Barranca, 2007) y País Imaginario (Lima, 2007); entre otros.
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"Todo lo que vive Helmut pareciera sublimarlo en poesía, como muestra que sabe hacerlo en este poemario. Es por eso que auguremos para él que cada día será más honda y cautivadora la poesía que escriba, en la medida en que su juventud la decante en experiencia y trascendencia. Washington Delgado expresaba que: «La vida es más importante que la poesía, pero que la vida pasa y la poesía queda», cual es la razón y sinrazón suprema de la literatura y del destino humano arrojado a afrontar la enigmática existencia para alcanzar a estar representada ella misma en los signos que habitan en este libro"
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Danilo Sánchez Lihón
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Páginas: 68 / PVP: s/ 21.00 /
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