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Un libro de guardia que desoculta, que soporta una materialidad desierta en su decir y en la censura de su habla la marginación de un cuerpo como ironía. El libro de apuntes institucional permite la verificación de un acontecer mediante la lectura de su entorno, esto es, la fractura de una huella disipada que actúa siempre como política, como escritura. La noción de peladero, la sequedad con que la letra va socavando su devenir, el flujo gramático con que la pesadilla del nombre riega la narrativa, el lenguaje –barthesiano- como hurto, hacen de bagual un espacio desfigurado por la idea que lo trama. La palabra aterriza aquí para simularnos actuales de una historia que no es posible dejar de interrogar –para mostrar el modo cómo la fisura de ésta nos va delineando-. Felipe Becerra trabaja sobre una materialidad devastada, esa pérdida nos piensa siempre como poema. Su singular pertinencia admite su política en la medida en que esa devastación nos conmine a pensar la literatura y sus condiciones de posibilidad más que a saberla. Bagual es para nosotros la frágil intimidad del desierto y su palabra.
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Rodrigo Morales
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