domingo, 26 de octubre de 2008

HELMUT JERÍ Y LA ÚLTIMA ESTACIÓN (Ed. Zignos, 2008)

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Escribe: Harold Alva
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En una entrevista el poeta Ricardo Ayllón me pregunta sobre cuál era mi visión sobre la poesía peruana, es decir, más allá de Lima, yo (como Ricardo), que soy de provincia (Piura), y que me jacto de ser descendiente de una de las mejores tradiciones del interior de nuestro país (Salaverry, Velásquez, Martos, Rojas, Alarcón) sentí que Ricardo había tocado en el clavo, sobre todo porque a pesar de la Internet y la velocidad de las telecomunicaciones todavía sobrevivimos en un país centralista. Y no es una afirmación que tenga que ver con cenáculos o con los escritores limeños, para nada, sino con los propios escritores de provincia, hay una especie de ceguera inconsciente que pese a la postergación de sus manifestaciones artísticas no les ha permitido hasta ahora construir algo contundente, no para hacerle la lucha a lo que se escribe en Lima sino para hacer sentir su presencia. Entonces tenemos poetas como islas. Se insiste con un centro cuando la respuesta está en construir sus centros y articular un movimiento que presente propuestas plurales para reafirmar que en efecto vivimos en un país cuya tradición literaria es una de las más ricas del orbe.
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Hoy, la actividad poética que se vive al interior es sorprendente. Poetas como los trujillanos Jorge Hurtado, Manuel Medina Velásquez, Denisse Vega Farfán, el piurano Luis Enrique Robles, la arequipeña Ana María Flores Núñez , Martín Zúñiga en el Cuzco o César Panduro y Helmut Jerí en Ica, nos demuestran que la poesía late sin frenos y que ese latido cada día se fortalece por la propia fe de estos jóvenes escritores. Sin embargo, pienso que se necesita más de lo meramente literario para transformar este panorama, me refiero al rol político que debe cumplir el poeta. Mientras no haya ese sentido por recuperar los espacios, el poeta será un hombre postergado.
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Estoy releyendo LA ÚLTIMA ESTACIÓN del poeta Helmut Jerí y confirmo que sí es posible levantar la voz para recuperar esos espacios. El año pasado el poeta chileno Héctor Hernández Montecinos –estuvimos en Caral con él y Helmut después del País Imaginario- en la presentación del libro de Jorge Castillo Fan, comentaba sobre lo que significaba el hecho de la aparición de un libro; decía que ya impreso era una victoria y hablaba de todas las trabas que se presentan como caprichos para detener el nacimiento, al vencerlas, el resultado era un libro con historia y proyectable. Cito esto porque LA ÚLTIMA ESTACIÓN es en efecto un libro con historia y proyectable. Para que aparezca hemos resistido a todas las zancadillas y muros inimaginables, ahora, en la puerta del horno, podemos jactarnos que estamos frente a una victoria. Y victoria doble cuando sus versos confirman que sí es posible levantar la voz desde la poesía para recuperar o construirnos los espacios.
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Helmut Jerí ha escrito un libro en el que circula con destreza por los viejos temas que nos devuelven a la convicción de que el poeta es un sujeto extraño - los seres me miran con temor- Entonces Helmut inicia, para pretender ser objetivo transmitiéndonos su lectura del mundo desde afuera, para poco a poco ir sumergiéndose en él mismo y presentarse como un poeta inusual, bucólico, pero sobre todo, social. Como Washington Delgado en Globe trotter o como Heraud en El río. Helmut con una poética del desencanto ha logrado construir poemas que pueden leerse como himnos cuya fuerza y honestidad no ha sido subordinada a la retórica. Lo importante para el poeta es transmitir el golpe, y el golpe llega de improviso para doler más.
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LA ÚLTIMA ESTACIÓN es un libro que transporta. Uno al leer sus versos imagina al poeta y a sus personajes al frente, como si de pronto se abriera una ventana con la lectura y nos ubica como voyeurs para continuar con esa acción hasta terminarlo, hasta cerrar la última página, pero te deja con esa sensación de culpa como quien no ha querido penetrar el puñal –los ojos- sobre ese cuerpo –el poemario. Si te vas, procura hacerlo por la ventana / Solo para que el mundo sepa / Que estas huyendo a la mala.
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Estoy convencido que estamos llegando a tiempo a LA ÚLTIMA ESTACIÓN. Demoró, pero era la última pues, estaba lejos. Helmut Jerí con este libro suma su nombre a esta nueva promoción de escritores –Alessandra Tenorio, José Agustín Haya de la Torre, Rocío Fuentes, Vanesa Martínez, Víctor Ruiz, Rafael García Godos, Miguel Ángel Sanz Chung, Romy Sordómez, Lali García, Vedrino Lozano, Andrea Cabel, Raúl Solís, Patricia Colchado, Jhon López, Diego Lazarte, Salomón Valderrama, entre otros- que sin haberlo asumido lleva en su espalda el peso de lo que significa este nuevo siglo.
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Cómo no tener confianza a lo que podemos hacer por construir esos centros para permitirle a la gran voz que ingrese. Es posible. Aún nada está dicho, pero depende de los poetas, más allá de la cuestión mediática que, al final, solo los arrincona en las cavernas del ego. La poesía es de todos. Debe volver a ser de todos. A ella nos devuelve LA ÚLTIMA ESTACIÓN.

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