Ecuador. (Guayaquil, 1977).
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Ha colaborado con la prensa escrita, realizado trabajos de crítica literaria, ejercido la docencia y participado en encuentros literarios fuera y dentro de su país. Textos suyos han aparecido en revistas y antologías latinoamericanas. Ha trabajado en poesía el libro LA MUERTE DE CAÍN, cuarteto formado por los poemarios: El Libro de la Desobediencia (2002), Carni vale, Premio Nacional de Literatura “César Dávila Andrade”(2002), Labor del Extraviado (2005) y La Bestia Vencida (inédito). También participó en el libro colectivo Porque nuestro es el exilio, Eskeletra editores, Quito (2006). Actualmente trabaja en el quinteto LOS DUELOS DE UNA CABEZA SIN MUNDO. El poemario Demonia Factory -parte de ese nuevo trabajo- ganó el VI Premio Latinoamericano de Poesía Ciudad de Medellín (2007), otorgado por el Festival Internacional de Poesía de Medellín.
De una arrasadora fuerza Demonia Factory, del ecuatoriano Ernesto Carrión, traza el itinerario de un viaje que le vuelve a otorgar su sentido más urgente, alucinado y rotundo a la palabra cuerpo, y que hace de él uno de los poetas imprescindibles de la ya extraordinaria nueva generación de poetas Latinoamericanos.
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La figura prevalente en este libro augural, en el cual se impone una voz, es el paisaje característico de sus frases. En la sintaxis hay una respiración propia. Hay, también, una fragmentación realizada en solapamiento, para desfigurar así el concepto de realidad. Esta, como el propio nombre en juego lo sugiere, es fabricada nuevamente, nueva, en la factoría del lenguaje. Este, extendiendo su horizonte, reúne las dispersiones de la escritura dentro del ciclo temporal que va desarrollando y que obliga a leer los poemas según su propio ritmo, uno absolutamente poético, atemporal, y que poco tiene que ver con aquel que el lector trae consigo de manera accesoria. La poesía, en estado de lucidez, hablando desde todos sus puntos de fuga, exhibe los momentos robados a la lentitud del significado. Por eso mismo, la traza de los versos de Ernesto Carrión es acumulativa y se desplaza hacia el espacio donde la causalidad deviene casualidad, es decir, todo lo opuesto a lo que no puede dejar de ser. De esta manera, el tiempo poético simula una simultaneidad -¿estrategia cubista?- y establece un lenguaje que sólo él entiende, porque fuera de consideración han quedado la temporalidad y la relevancia del significado. Así pues, como en todo momento pivotal de la historia, la poesía vuelve a depender de sí misma, ya no de lo que supuestamente le tocaría relatar. Además, para colmo de bienes, en este libro su trabajo lo hace con una intensidad expresiva no menos que sorprendente.
Eduardo Espina
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